Clarificando nuestras expectativas y lo que esperamos de nuestros alumnos.
Actuando en consecuencia con límites claros y firmes pero siempre con respeto.
No imponiendo obediencia, sino educandolos a través del diálogo amable y cálido a respetar las normas por lo que ellas aplican.
Ayudándolos a decidir en función de las consecuencias positivas, sin imponer, manipular, ni decidir por ellos.
Orientándolos a reconocer que existen otras formas de actuar, de pensar y de aprender.